Existe una forma de bailar el tango que, aún hoy, no es del todo aceptada en las milongas tradicionales aunque, paradójicamente, suele recrear su origen. En algunas pistas porteñas están apareciendo cada vez más parejas con integrantes del mismo sexo que se animan a los firuletes, los cortes y las quebradas, también parejas mixtas en las que la mujer es la que marca los pasos. Bailar entre hombres, mujeres o al revés de como se acostumbra, empieza a ser corriente en algunos ámbitos que ofrecen mayor libertad. "Las milongas tradicionales son bastante conservadoras, hasta te piden elegante sport – dice Sergio Pérez Álvarez, presidente de la Cámara Argentina de Milongas Libres (CADEMIL) y de la Fundación Tango XXI-.
En cambio, en las libres uno puede bailar con quien desee, no importa el sexo ni cómo te vestís y la música puede ser cualquier tipo de tango, incluso el electrónico". Estas milongas más abiertas a la diversidad son ideales para los que eligen acercarse al dos por cuatro desempeñando el rol del otro sexo o acompañados por un congénere para bailar lo que algunos denominan Tango Queer.
Este tipo de danza es más común en el exterior, pero comenzó a verse en algunas milongas libres de Buenos Aires poco después de que surgieran los primeros cursos de tango para bailar entre dos personas del mismo sexo. El profesor y bailarín Augusto Balizano junto a su socia Roxana Gargano crearon, hace siete años, La Marshall. "La idea surgió a raíz de unas clases que di para gente gay hace siete años– recuerda Balizano-. Se formó un grupo bastante estable de gente y querían un espacio donde poder bailar, no solamente aprender". Así surgió la primera milonga gay de nuestro país y también uno de los primeros lugares en donde se practicaba el Tango Queer. Por otro lado, el año pasado, la profesora Mariana Falcón comenzó a dar clases de tango sólo para mujeres en Simón en su Laberinto, un bar de San Telmo. "Trabajé con un grupo de chicas haciendo intercambio de roles", describe Falcón, que hoy sigue enseñando en Casa Brandon y que está organizando, junto a Roxana Gargano, el primer Festival de Tango Queer que se realizará en Buenos Aires el año que viene.
La ventaja de intercambiar el rol para las mujeres es que, de esa manera, adquieren más conocimientos sobre la danza. "Para aprender a bailar bien, tenés que aprender a desempeñar los dos papeles – afirma Mariana Falcón-. Sino siendo mujer podés estar diez años tomando clases y a vos te van a enseñar técnica y a los chicos les van a dar los pasos. Toda la información se la dan a los hombres, vos tenés que hacer de muñeco y esperar que los chicos practiquen con vos. Es lindo bailar de guiada con un hombre, pero lo que planteamos es que no sea una imposición que porque sos mujer tenés que ser conducida". Para Roxana Gargano en las milongas tradicionales es impensable que una mujer guíe a un hombre, algo que es corriente en el Tango Queer. "La danza del tango surgió bajo otro contexto social y en sí es machista – expresa-. En los lugares tradicionales conservan esos códigos que jerarquizan al hombre, pero la sociedad cambia y en estos momentos hay gente que necesita otro tipo de espacios para sentirse bien".
Inf: Alice Pollina.-
*De la Redacción del diario Clarín, Argentina
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